la frase del dia...

La conciencia es algo que no nos impide cometer un crimen, pero sí disfrutar de él.



viernes, 29 de agosto de 2014

Todo lo que quería era publicar



El universo siempre parece confabularse contra alguien cuando esa persona quiere o necesita algo con urgencia. Javier lo comprendió mientras temblaba en su banca, tanto por frío como por nervios.

La clase de Semiología apenas comenzaba. Ese día en particular la profesora llegó puntual para aprovechar las últimas dos horas de clase antes de los exámenes.

Diapositiva tras diapositiva Javier se sentía en tormento eterno. No tenía cabeza para Sassure ni para su diada, la preocupación del trabajo que no había podido terminar lo torturaba.

Desde hace 29 días Javier era el flamante novato en el club de redacción de su facultad. Sus tareas eran en esencia sencillas: escribir, hacer reporterías que los demás no quisieran, escribir… Nada que no pudiera hacer siempre que se empeñara.

La redacción de Javier no era de las mejores de su grupo. Cada vez que le pedían algún reportaje o crónica siempre terminaba justo antes de tener que presentarla. No lo hacía por descuidado. Lo hacía porque demoraba horas en escribir un párrafo que no considerara un insulto a la lengua castellana.

Como una especie de regalo por su primer mes dentro del club, le pidieron un reportaje, el primero que haría en solitario. Él lo tomó como un reconocimiento a su dedicación, la verdad era que no querían verlo todo el día en la sala de redacción.

La reportería no le presentó ninguna dificultad, experiencia le sobraba en esas prácticas. Era la redacción, la siempre difícil redacción, la que se le complicaba.

Había estado frente a su teclado desde que llegó a casa. No vio ninguna novela de la tarde y ni siquiera pensó en calle 7. Solo veía la hoja en blanco de Word mientras pensaba como hacer ese primer párrafo.

En esas andanzas se encontraba cuando notó que el gallo de su vecina comenzó a cantar. Primero lo mandó a sitios desconocidos para el pobre animal. Luego, al tercer canto, cayó en cuenta que había amanecido mientras el ideaba la primera oración de los cinco párrafos que debía escribir.

A partir de ese momento toda su vida transcurrió en cámara rápida. Se duchó en apenas cinco minutos, se puso lo primero que encontró y salió corriendo de casa con la camisa llena de pedazos del bolón que comía mientras corría.

Nada mejor para espantar el sueño que esquivar autos mientras cuelgas de la puerta del bus.

No llegó tarde a clases por un milagro. Pero como no hay mal que por bien no venga, la profesora le pidió que se sentara en primera fila. “Fabuloso”, suspiró él.

No prestó atención a clases. Javier no veía el momento de correr a la sala de redacción para poder terminar ese reportaje. Estaba ansioso, era su primer trabajo solo. Después de publicarlo solo debía esperar a que algún editor muy bien ubicado lo leyera. Entonces todo sería espectacular. Sí, ya podía verse como el reportero estrella, con una novia linda, un auto espectacular y respondiendo la pregunta de un entrevistador: “¿Alguna vez pensó en lograr todo esto?”.

“Todo lo que quería era publicar”, pensó mientras la profesora le llamaba la atención por sorprenderlo con los ojos cerrados. “Todo lo que quería era publicar”.



Esta es una historia ficticia. Cualquier parecido con la realidad es producto de su imaginación.